Te quiero
Escrito por Jorge Bastida, Publicado por Sonrisasforever
¡Cuánto cuesta decirlo cuando no es con ánimo posesivo!
Decirlo desde el afecto más profundo y no desde la búsqueda del deseo, resulta difícil por cuanto se hace complicado de entender por esta sociedad actual tan escasa de estímulos afectivos.
En mis primeros 43 años de vida, no recuerdo haberle dicho a nadie: “te quiero”. Al margen de mi mujer, mi hija y mi hijo, naturalmente. Fue justo en ese momento, tras el fallecimiento de mi padre, que caí en el detalle de no habérselo dicho nunca. Y tras perdonarle todos los que yo creí pecados generacionales, me sentí mal. Irse de este mundo sin que un hijo te hubiera dicho nunca, te quiero. Pese a que para él, esos hijos eran los mejores, sus mujeres las más bonitas y al mismo tiempo habíamos sido su razón de vida después de haber soportado una guerra fratricida y una post guerra que… eso sí fue una crisis y no lo de ahora.
Dije que no me pasaría más y desde entonces se lo dije muchísimas veces a mi madre, corriendo el riesgo que pensara que me había vuelto loco. La última vez que se lo dije fue, ya en su lecho de muerte, cuando en un instante de resurgir de su lucidez perdida, me susurró: “me estoy muriendo”. Me quedé por unos instantes aturdido y sorprendido. No podía hacer nada por su vida pero sí por su muerte. Sellé mis labios con los suyos y le dije: “te quiero”. Y ella siguió resistiéndose más allá de la consciencia humana. Con el tiempo he comprendido por qué lloré tanto con mi padre y nada con mi madre. Las deudas de la conciencia desatan las lágrimas.
Yo, además de mi mujer, que siempre se queja que solo se lo digo casi cada día, mis hijos con los cuales siempre acabo mis conversaciones con ellos con esa firma, también se lo digo bastantes veces a hermanos, cuñadas y sobrinos. A mis nietas he comenzado por decirles “te cuá” que es una traducción de la mayor.
A los amigos de verdad ya se lo digo cotidianamente, incluso todos los whatsapps los termino con esa frase.
Tengo un amigo muy especial que se lo digo menos de lo que me apetece porque en su introversión patológica piensa que es una “mariconada”. Espero que tras leer este artículo comprenda que es una cuestión de justicia afectiva.
En vacaciones nadie está para leer artículos y tanto mi hija como yo, os damos vacaciones hasta Septiembre. Poneros moren@s, gastad poco y sonreír mucho.
Hasta entonces, a todos los que este blog les sirve de algo y nos seguís: ¡os queremos!
Felices Vacaciones, nosotros también os queremos.
Yo también os quiero…y he educado a mis hijos, para que expresen y esterioricen su emociones,
creo que no lo he hecho mal.
Una consulta: porque ya no dejais compartir vuestros relatos en el facebook?
María, la especialista en facebook es mi hija. Ella cuelga, a veces, los artículos en facebook y se pueden compartir. Si eso te va bien, hablaré con ella para colgarlos.
Me alegro que hayas educado a tus hijos en las emociones. Sí, seguro que lo has hecho bien, y ellos te lo agradecerán.
No éramos conscientes, María. Gracias por el comentario, miraremos si al hacer la actualización del blog ha desaparecido la opción… Esperamos solventarlo pronto. Un abrazo!